Los pies de la memoria (real o inventada)

A, 15 de abril: La Tierra antes de la existencia del ser humano.
B, 22 de abril: La Tierra después del ser humano.
A, 29 de abril: Rosas de piedra.
B, 6 de mayo: El don de la ignorancia.
A, 13 de mayo: Perdidos en un cuento.
B, 20 de mayo: Los lunes.
A, 27 de mayo: Llegas tarde a tu tiempo.
B, 3 de junio: Nunca estuve aquí.

miércoles, 25 de marzo de 2009

¿Recuerdos?

Creo que ya estoy cerca de la estación. Un par de calles más, quizá. Recorro con la mirada cada detalle de los lugares por los que paso. Cada adoquín, cada tienda, cada sonrisa. Lo único que tengo es un mapa que señala la estación, ha aparecido esta mañana en mi buzón, algo me dice que lo siga. ¿Y ahora? Por la izquierda, sí, ya me acuerdo. Puedo ver el enorme cartel que indica que ese edificio es la estación. Un armazón de hierro cubre la parte superior, con forma de semicírculo, y una bandera lo corona. Parecen los restos del esplendor de esta ciudad. ¡Esto funciona! Me empiezo a acordar. Hay un pequeño parque en frente. Me acerco y me parece escuchar risas en mi cabeza. Lo pasábamos bien aquí, él me miraba... creo que una mirada así nunca se puede olvidar. Pero...¿quién era? Algo me hace pensar que se hacía entender con muchas otras cosas que no eran las palabras. Yo le entendía. Nos reíamos, ahora también recuerdo su sonrisa, ojos de color miel y pelo moreno.
Un hombre me está observando desde un banco, se esconde tras su periódico. Me mira como quien ve una película de la que ya conoce el final. Cuando se da cuenta de que le veo recoge su excéntrico sombrero y se marcha. Me resulta familiar... pero no puedo recordar por qué. Anhelo la sensación de seguridad que tenía sabiendo quién era, en los recuerdos que me quedan, los de hace muchos años...
Entro en la estación y dirijo mi atención a las personas que se encuentran allí. La mayoría proceden del extranjero. Entonces le veo, cerca de las vías. Es el hombre del periódico, me ha seguido. Me acerco a él y me mira con resignación, con tristeza. Susurra algo... y en ese momento lo recuerdo. Yo había quedado allí con Ismael, pero tardó en aparecer. Intentó alcanzarme antes de que perdiésemos el tren, y cuando llegó hasta donde yo me hallaba resbaló y cayó a las vías, golpeándose la cabeza. Vi sus ojos color miel dirigirme una última mirada y después... ¡El hombre del periódico! Es su padre. Me lanzó una mirada de reproche. Yo tenía la culpa, yo hice que su hijo muriera. ¿Cuántas veces lo he olvidado? ¿Cuántas veces me ha guiado hasta aquí para que recuerde? Recuerdo y el dolor me hace olvidar y...

Creo que ya estoy cerca de la estación. Un par de calles más, quizá...