Pasé por la biblioteca y observé por la ventana, a ver si estaba allí. Iluso de mí. A duras penas podía avanzar, apartando los troncos que se interponían en mi camino. La plaza, que antaño era una auténtica maravilla, estaba completamente invadida por el agua. Algunas puertas se reventaban, y el agua entraba con gran estrépito en los edificios cuyas fieles entradas habían desistido.
Finalmente volví a verla, alejándose por la calzada, culminada de desesperanza. Completamente exhausto llegué a ella, y mi corazón dio un vuelco. Tenía la cara totalmente apagada y los ojos totalmente podridos. Me di cuenta entonces, que aquel caos era yo mismo. Que no era ni el sueño ni la realidad. Que era una parte de mí que no conocía.
3 comentarios:
Corrige: autentica, ¿fieles entradas? Uf, que sombrío...
pues eso, fieles entradas...
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