Los pies de la memoria (real o inventada)

A, 15 de abril: La Tierra antes de la existencia del ser humano.
B, 22 de abril: La Tierra después del ser humano.
A, 29 de abril: Rosas de piedra.
B, 6 de mayo: El don de la ignorancia.
A, 13 de mayo: Perdidos en un cuento.
B, 20 de mayo: Los lunes.
A, 27 de mayo: Llegas tarde a tu tiempo.
B, 3 de junio: Nunca estuve aquí.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Ángeles y demonios

Se encontraban en una sala grande, cuyo mobiliario se reducía a unas cuantas filas de sillas y algunas máquinas de refrescos. En aquella sala de embarque había gente de todo tipo, y cada uno tenía su razón para abandonar el país, nadie destacaba especialmente en el gentío, al menos, a ojos de cualquiera. Sin embargo, Jacob podía ver que ella era diferente, conocía a aquella muchacha a cuya mano se sujetaba firmemente una muñequita de unos tres años y mofletes sonrosados. El encargado de darles información llevaba mas de una hora sin aparecer, y con la excusa de preguntar si sabía algo sobre el retraso del vuelo, se acercó a ella, no podía evitarlo.
-Hola, soy Jacob –sonrió.
-Yo soy Victoria, y ella es Zafrina –dijo, en referencia a la niña que había entre sus brazos.
-Bonito nombre –dijo Jacob, acariciando la mano que le tendía la pequeña. -¿Sabes algo sobre el retraso del avión?
-Nada, supongo que como los demás. No veo a esa antigualla capaz de despegar –sonrió, pero los profundos ojos azules de la joven se clavaron en los de Jacob. Le había descubierto, y ahora ella llevaba ventaja.
-Bueno, gracias. Nos vemos –él se despidió cortés, pero rápidamente.

Sí, él la conocía, mejor de lo que ella sabía. Ambos pertenecían a dos bandos distintos de una guerra que existía desde siempre: el bien contra el mal. Según desde donde se viera aquella lucha, el bien era un bando o el otro. Ángeles y demonios. A Jacob le parecía absurdo el modo en el que las personas los imaginaban, ni su piel era roja ni tenía cuernos, él era sólo una parte de la balanza. Ella era la chica por la que lo perdió todo, y a la vez, la razón por la que lo volvió a recuperar. Porque uno no se puede enamorar de su enemigo, no es lógico. O eso solía repetirse a sí mismo. Pero ahora ella no recordaba nada, había vuelto a empezar y su primera misión era aquella niña, y la de Jacob era hacer que fracasara. Ya no podía hacerlo, ella sabía qué era, aunque afortunadamente, no sabía quién era. Jacob se volvió para mirarla antes de marcharse y dar por fracasada su misión, y entonces vio como ella le miraba, y supo que no importaba que su memoria hubiera desaparecido, Victoria volvía a mirarle de aquella manera. Cómo él lo hacía, como a lo más hermoso del mundo. Desvió entonces la mirada, y por el bien de ambos, se marchó, mucho antes de que ella tomase una decisión o fuese capaz de entender qué ocurría. Al irse estaba salvando un ángel, y quizá también un demonio, o eso pensó.

1 comentario:

José A. Sáinz dijo...

Enhorabuena. Relato estupendo.