Los pies de la memoria (real o inventada)

A, 15 de abril: La Tierra antes de la existencia del ser humano.
B, 22 de abril: La Tierra después del ser humano.
A, 29 de abril: Rosas de piedra.
B, 6 de mayo: El don de la ignorancia.
A, 13 de mayo: Perdidos en un cuento.
B, 20 de mayo: Los lunes.
A, 27 de mayo: Llegas tarde a tu tiempo.
B, 3 de junio: Nunca estuve aquí.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Querer y no poder

Oscuridad, oscuridad que estalla como una bomba. Una bomba que, en vez de producir una llamarada, produce sombra, apaga todas las luces: las del pensamiento, las del sentido común. Lo veía todo negro en aquel sueño, me sentía incapaz de salir de él por más empeño y ganas que ponía; poco a poco esas ganas se ívan acabando, dispersando y yo me rendía a medida que transcurría el tiempo.
Sentía impotencia por querer salir pero no podía.
Antes de seguir, te preguntarás: ¿a qué ton viene todo esto? Necesitas ponerte en mi lugar para poder entenderlo y, quizás, sentirlo como a mí me pasó.
Todo ocurrió la noche del 5 de enero de este mismo año; una noche en la que preferí quedarme en casa viendo una película pues hacía frío y llovía demasiado como para andar dando vueltas por la calle sin rumbo, sin destino como solía hacer en otras ocasiones. Estuve viendo la película que, por cierto, al ser de miedo, me hizo arroparme hasta arriba con la manta, y al finalizar ésta, como todo marchaba bien decidí irme a la cama. No tenía miedo por estar sola en casa, pues no era la primera vez; así que me puse el pijama y me acosté. Pasados unos minutos, ya estaba soñando: me encontraba en la cuarta planta del hospital cerca de mi ciudad tumbada en una camilla, sola en una habitación y rodeada de miles de tubos y aparatos un tanto extraños. Mi madre estaba en la esquina de la habitación hablando con el médico de una forma un tanto intrigante. Estaba recién operada de anginas que pensaba que debido a ello ya no podría volver a hablar; intuía que algo había salido mal en la operación o algo no funcionaba como debería porque sino con estas operaciones no solía pasar nada. Dejando a parte mis rayadas, oía perfectamente lo que hablaban mi madre y el doctor y, la verdad, es que no tenía buena pinta; estaba claro, todo coincidía, lo que yo pensaba y lo que el decía , no sólo eran imaginaciones mías. Todo lo veía negro pero, en vez de alarmarme rápidamente y despertarme, permanecí quieta, sombría entre esas cuatro paredes, sin dejar de pensar en ello, dale que dale sobre el mismo tema; en mi cabeza predominaba ese tema sobre los demás, es decir, lo negativo sobre lo positivo. Recordaba las palabras textuales del doctor cuando me llevaban de camino al quirófano: "Tranquila, todo saldrá bien y dentro de poco todas tus amigas te envidiarán al verte comer helados con este frío tan insoportable".
Esto que suena tan corto, en el sueño pasaba muy despacio, cada segundo era interminable. Después de tantas tensiones acumuladas, sufrimientos y nerviosismos, me desperté asustada y sin saber ni dónde me encontraba. Poco a poco me fui tranquilizando, analizando que todo había sido un sueño y me volví a dormir de nuevo. Muchos detalles se perdieron por el camino y, además, hoy me resulta difícil contarlo después de haber pasado tantos días sin tenerlo en cuenta. Sólo me acuerdo de aquello que me pareció más inquietante; de los detalles y las pequeñas cosas que son las que nunca se olvidan. Afortunadamente todo se quedó en un susto no cumplido porque si después de ser un sueño se llega a cumplir, ya sí que creo que no volvería a soñar por un tiempo.

1 comentario:

José A. Sáinz dijo...

Sólo debes corregir se ivan. Muy bien redactado, con interés en todo el texto -y con claridad y exactitud en el uso del lenguaje-. Estupendo.