Fuera, un clamor se empieza a oír desde lejos, muy tenue, y se va acercando. Aumenta como un tañido metálico... El tumulto de abominaciones comienza a acercarse. Trato, en vano, de buscar un refugio para poder retrasar mi prematuro fin. Las calles están desiertas y desoladas y ese terrible sonido continúa acercándose. Comienzo a distinguir las siluetas de mis perseguidores que, con un paso lento pero firme, empiezan a igualar distancias conmigo. No hay vida en sus rostros, solo muerte reflejada en unas terribles facciones pútridas rebosantes de llagas y pústulas; pero lo más terrible de todo, unos ojos vidriosos sin brillo fijos en los míos. Por fin encuentro refugio, pero en mi corazón no hay lugar para la esperanza. Silencio... Un silencio vacío que helaba el alma y después unos pasos, como el tic-tac de un reloj, el reloj de mi vida. A medida que esos pasos se acercaban mi esperanza se iba agotando. Los pasos habían cesado y tras un buen rato de espera decidí asomarme y salir de mi guarida. Nada, y eso era lo más desconcertante, no había nada; de rrepente sentí un golpe seco en la espalda y...
¡RIIIIING!Me había caído de la cama y me encontraba bañado en un charco de sudor, todo había sido un sueño...
O no.
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4 comentarios:
no lo he leído pero seguro que está bien...
Yo habría cortado tal vez en nada; no había nada pero por lo demás me gusta mucho.
Sí, yo también creo que la solución del sueño le quita fuerza; mejor, dejarlo más abierto: resulta más inquietante. Errores: ¿relejada?, derrepente.
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