Los pies de la memoria (real o inventada)

A, 15 de abril: La Tierra antes de la existencia del ser humano.
B, 22 de abril: La Tierra después del ser humano.
A, 29 de abril: Rosas de piedra.
B, 6 de mayo: El don de la ignorancia.
A, 13 de mayo: Perdidos en un cuento.
B, 20 de mayo: Los lunes.
A, 27 de mayo: Llegas tarde a tu tiempo.
B, 3 de junio: Nunca estuve aquí.

lunes, 15 de junio de 2009

Perdidos en un cuento

La insólita frescura que desprendían las olas. La tenue melodía  que formaba la brisa. La inmensidad del mar extendiéndose ante nosotros. La delicada arena que acariciaba nuestros pies. Era como si no fuera real. Una realidad confusa; tanto como para no creértela.

El típico paseo marítimo rodeado de luces se vislumbraba desde allí. Tanta gente ajena a esto. Tantas personas que no saben que se siente. Eso si que parecía imposible...

Confuso alcé la vista hacia el cielo. Las estrellas tenían una belleza inusual aquella noche. Ya lo había olvidado todo. Me había separado de mi camino y ya sería muy difícil volver a él. Lo peor de todo es que, además de alejarme de mi camino había dejado atrás también a Jenni y a Tamma. Ahora solo estábamos yo y una oscura figura que desprendía una extraña sensación de bienestar.

A pesar de mi enorme curiosidad no me atrevía a mirarla a los ojos. No hubiera hecho falta. Estaba seguro de que ese ser no era maligno. El simple echo de estar a su lado era simplemente delicioso. Una sensación que no había experimentado en toda mi vida.

Volví la vista de nuevo al paseo marítimo y me quedé petrificado. Las nubes que se elevaban por encima del pueblo formaban las dos caras de mis amigos. En cada una había una expresión de profunda agonía. Aterrorizado bajé la vista y miré por primera vez en toda la noche aquella figura. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Mis ojos reflejaban una cara. Una cara normal con una radiante sonrisa. Pero en esa sonrisa percibí el mal. Algo tan maravilloso como una sonrisa era el símbolo de una increíble maldad. 

Entonces lo entendí todo. Entendí por qué estaba allí. Comprendí a qué se refería el anciano cuando me previno. Y entendí porque estaban allí aquellas fantasmagóricas caras de mis amigos. Mi propia mente me había encerrado aquí. Necesitaba encontrar el modo de salir. Salir de allí y continuar mi camino hacia el Templo de Danna. Tal vez Casius creyó que sería los bastante tonto como para no darme cuenta. Así tendría el tiempo suficiente para llegar al templo antes que yo. Pero no podíamos quedarnos en ese lugar mis pensamientos y yo. Teníamos otras cosas que hacer antes que estar allí, perdidos en un cuento



1 comentario:

José A. Sáinz dijo...

Corrige: que se siente, los? bastante. Siempre te quedas algo en la manga que el lector ocasional no puede conocer.