
Me siento torpe, como si corriera sobre arena mojada. Soy incapaz de mantener el equilibrio sobre el cemento. Tropiezo varias veces, y en una ocasión casi me caigo. Tengo varios rasguños en las manos de apoyarme en la acera para amortiguar la caída. Me levanto corro otros pocos metros y me tambaleo para volver a caerme. Pero no puedo rendirme solo dos calles mas y entonces...
Sigo corriendo, jadeando, con el rostro empapado de sudor, ya no siento las piernas, el sol me quema la piel, me siento vulnerable.
Por fin doblo la última esquina justo a tiempo para ver desaparecer el autobús al final de la calle. El mundo se viene abajo. Ya nada importa, ya todo da igual, todo es inútil, todo ha acabado...
No puede haber acabado. ¿Cómo he podido permitir que pasara ésto? ¿Por qué no me di cuenta antes? Pero ya da igual, la única razón de mi existencia se aleja más y más a cada segundo que pasa... ¡He fallado y ya no hay nada que pueda hacer para evitarlo! Es demasiado tarde.
Noto como mis ultimas fuerzas me abandonan, la calle se desdibuja a mi alrededor. Me estoy hundiendo poco a poco en el océano de dolor que una vez fue mi mente, mi conciencia, mi corazón... pero ya no saldré a la superficie............
1 comentario:
Faltas: mas, ésto, como. Me encanta el comienzo y la intriga que creas, aunque la alusión a "la única razón de mi existencia" aluda al tópico amoroso (¿Quizá ganara algo más si todo quedase tras un velo de misterio?)
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