Los pies de la memoria (real o inventada)

A, 15 de abril: La Tierra antes de la existencia del ser humano.
B, 22 de abril: La Tierra después del ser humano.
A, 29 de abril: Rosas de piedra.
B, 6 de mayo: El don de la ignorancia.
A, 13 de mayo: Perdidos en un cuento.
B, 20 de mayo: Los lunes.
A, 27 de mayo: Llegas tarde a tu tiempo.
B, 3 de junio: Nunca estuve aquí.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Madrid.

















Las cosas más estupendas nunca se planean. Si las planeas para que sean estupendas, es mucho más probable que te decepcionen.
No estaba así planeado, pero aquel día fue genial. En la última semana habíamos hecho casi de todo, así que no teníamos muchas opciones para pasar la tarde.Después de caminar diez minutos a paso lento, hasta que el agua de los charcos había llegado hasta mis rodillas, pensé que ya podía encaminarme hacía la plaza donde siempre quedamos, porque quizá no era la primera en llegar. Siempre lo soy, la puntualidad no es una de las cualidades que más aprecio de mis amigos, pero cuando llegué ya estaba allí uno de ellos. Pasados veinte minutos ya estábamos todos, y tras una pequeña disputa sobre qué hacer, decidimos coger el metro y decidir allí un destino.
Una hora después estábamos en la estación de autobuses y el cielo se había aclarado, incluso parecía que el sol asomaría de un momento a otro. Teníamos la intención de pasar lo que quedaba de tarde en la Plaza Mayor. Creo que no hay un lugar que me guste más que Madrid en Navidad. Después de equivocarnos de autobús dos veces, llegamos, y antes que nada compramos bocadillos de calamares y barquillos de chocolate. Paseando por los puestos nos hicimos con pelucas de colores, petardos y bromas de todo tipo.
Uno de mis amigos consiguió diez minutos de conversación con una de las estatuas humanas que siempre se encuentran por allí, y creo que ésta agradeció poder decir algo y pestañear durante un rato. Empezó a llover a las ocho y media, y como no nos quedaba mucho tiempo, decidimos volver. Llegamos a la parada de autobús, y cogimos el correcto a la primera, aunque también lo hicieron otras cincuenta personas, así que pasamos el trayecto de pie. Tardamos cerca de una hora y media en llegar a casa, y sentados en un portal donde no llegara ni el viento ni la lluvia, hicimos balance. Fue un día perfecto, aun con la lluvia y el dinero y tiempo perdidos en autobuses incorrectos. Quizá sea sólo el encanto de la ciudad, nueva y antigua, iluminada y llena de vida.

2 comentarios:

Juan dijo...

bocata de calmata!!! pelucas de la plaza mazor!! por cierto los petardos y las pelucas y todo eso ya no estan alli sino en otra plaza cercana. Ahora en la plaza mayor solo hay figuritas de belen. Que decepción!

José A. Sáinz dijo...

Preciosa evocación madrileña, que también es mi ciudad, odiada y casi ¿querida?...