Los pies de la memoria (real o inventada)

A, 15 de abril: La Tierra antes de la existencia del ser humano.
B, 22 de abril: La Tierra después del ser humano.
A, 29 de abril: Rosas de piedra.
B, 6 de mayo: El don de la ignorancia.
A, 13 de mayo: Perdidos en un cuento.
B, 20 de mayo: Los lunes.
A, 27 de mayo: Llegas tarde a tu tiempo.
B, 3 de junio: Nunca estuve aquí.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Y que no amanezca.

Había una fogata en la playa, no muy lejos, poco después de los barcos, y a su alrededor, en el resplandor rojizo, podía verse un pequeño grupo de personas que miraban hacia el fuego, de espaldas a la oscuridad. No podía recordar cuántas veces había soñado algo así. Una noche perfecta, y era real. Llevábamos años planeando aquel viaje, sin preocupaciones, sin obligaciones de ningún tipo, sin despertadores... Y ahí estabamos, en medio de la playa a las tres de la madrugada, compartiendo chistes y canciones, recuerdos de años atrás que aún nos emocionaban y lo que más me gustaba: estábamos todos. Todo lo que vivía, todo lo que sentía ,era libertad. Podíamos decidir qué hacer y cómo hacerlo. Si todo hubiera podido permanecer así, se acercaría demasiado a la perfección. Sin embargo, aquella era nuestra última noche en San Diego, nuestro viaje continuaba y teníamos que dejar atrás las personas que habíamos conocido allí.
Sabía, desde que le miré, que no sería fácil alejarme de allí, y aún así no pude evitar querer saber más de él, acercarme más... Aunque aquello era lo menos recomendable para mi salud mental, ya que me encontraba en continua guerra conmigo misma. No debía dejar que lo que sentía por aquel chico fuera demasiado grande, o dolería separarme de él, pero no podía desperdiciar ni uno de los instantes en los que estuviera cerca.
Siempre que se ha de tomar una decisión entre dos cosas, es porque apreciamos ambas opciones, y si escogemos una, durante el resto de nuestra vida nos preguntaremos cómo habría sido escoger la otra, y extrañaremos eso que nunca elegimos, eso que nunca tuvimos. Siempre nos arrepentimos, o al menos yo. Nunca está del todo bien, no lo suficiente, siempre falta algo.
Aquella noche no decidí, no quería hacerlo, y el hecho de no decidir, decidió por mí, y le perdí. Sé que nunca encontraré una sonrisa como la suya, sé que jamás olvidaré el sonido de su risa. Le dejé marchar, no luché, y aún me arrepiento.

2 comentarios:

José A. Sáinz dijo...

Me gusta mucho tu texto. Retratas muy bien esa sensación de perfección y también esa lucha ante una decisión que hay que tomar. Felicidades.

Juan dijo...

Oh sara eres la mejor