Los pies de la memoria (real o inventada)

A, 15 de abril: La Tierra antes de la existencia del ser humano.
B, 22 de abril: La Tierra después del ser humano.
A, 29 de abril: Rosas de piedra.
B, 6 de mayo: El don de la ignorancia.
A, 13 de mayo: Perdidos en un cuento.
B, 20 de mayo: Los lunes.
A, 27 de mayo: Llegas tarde a tu tiempo.
B, 3 de junio: Nunca estuve aquí.

miércoles, 15 de octubre de 2008

UNA FOTO

Una vez me enseñó una fotografía de cuando ingresó en el instituto. En la imagen aparecía sentada en una tumbona del jardín. A su alrededor, florecían los girasoles. Era verano. Ella llevaba unos tejanos cortos y una camiseta blanca. Es mi mejor amiga.
Recuerdo cuando la conocí: estábamos en un campamento de verano y nos tocó dormir juntas, en la misma litera. Y hablando, nos dimos cuenta de que vivíamos cerca la una de la otra, pues su pueblo estaba a cuatro kilómetros del mío. A partir de entonces todos los días, que podíamos, quedábamos para vernos en un merendero que había entre ambos pueblos, pues era un sitio maravilloso y se estaba muy bien. Había una fuente con un gran pilón, rodeado de mesas y asientos de piedra, todo esto bajo la sombra de unos enormes alcornoques.
Un día de otoño, me mandó un mensaje al móvil para quedar a las cinco de la tarde y decidimos llevar una foto cada una.
Así que, al acabar mis deberes me dirigí hacia el merendero, pensando que mi amiga ya estaría allí, porque ya eran más de las cinco y ella es muy puntual...
Pero cuando llegué aún no había venido. Esto me extrañó, pero decidí esperarla un rato. Al cabo de cinco minutos llegó corriendo y me dijo que fuera con ella, que según venía por el camino oyó el llanto de un niño. Fuimos hacia el lugar de donde provenía el sonido y nos encontramos, debajo de una gran roca hueca, a una niña pequeña de unos tres años llorando desconsolada...Al preguntarle qué la pasaba, entre lágrimas nos dijo que estaba con su padre buscando setas, se perdió y había pasado toda la noche allí, tenía frío y hambre. Después de ponerle nuestras sudaderas le dimos de comer unas galletas que llevábamos. Y una vez que se hubo tranquilizado la llevamos a la comisaria de mi pueblo para que localizaran sus padres. Cuando los localizaron nosotras nos fuimos y fue entonces, cuando ella me dio su foto y yo le di la mía. En la imagen aparecía sentada en una tumbona del jardín. A su alrededor, florecían los girasoles. Era verano. Ella llevaba unos tejanos cortos y una camiseta blanca. Y ahora cada vez que veo la foto me acuerdo de lo que nos pasó ese día.

1 comentario:

José A. Sáinz dijo...

Bueno, nos recuperamos del susto... Tienes bastantes laísmos: preguntarla, ponerla, la dimos, la di... También te falta una "a" sus padres, lagrimas.