Los pies de la memoria (real o inventada)

A, 15 de abril: La Tierra antes de la existencia del ser humano.
B, 22 de abril: La Tierra después del ser humano.
A, 29 de abril: Rosas de piedra.
B, 6 de mayo: El don de la ignorancia.
A, 13 de mayo: Perdidos en un cuento.
B, 20 de mayo: Los lunes.
A, 27 de mayo: Llegas tarde a tu tiempo.
B, 3 de junio: Nunca estuve aquí.

domingo, 26 de octubre de 2008

Sensaciones inolvidables

Había una fogata en la playa, no muy lejos, poco después de los barcos, y a su alrededor, en el resplandor rojizo, podía verse un pequeño grupo de personas que miraban hacia el fuego, de espaldas a la oscuridad. Era un atardecer preocioso, sin duda, de los pocos vistos durante el mes de agosto, según nos dijeron. El año pasado estuve de vacaciones con mis padres en Ibiza y, mientras estábamos dando una vuelta por el paseo marítimo, nos llamó mucho la atención la cantidad de postales y dibujos de la puesta del sol y el atardecer propios de allí, de Ibiza. Siempre pensaba que en las postales lo hacen todo más bonito y artificial para impresionar a las personas y favorecer así el turismo; pero, desde el día que ví con mis propios ojos aquel atardecer, cambié de opinión; fue alucinante. Estaba claro que no podíamos irnos de allí sin verlo; por lo que se lo propuse a mis padres y , al día siguiente, allí estábamos. Eran las siete de la tarde, más o menos, cuando empezaba a llegar gente a la playa, pues la mayoría eran "guiris" y se habían ido pronto a arreglarse; venían con bebidas, toallas... En un momento la playa estaba llena, tanto gente joven como gente mayor, niños y bebés. Estábamos asombradas, no nos lo imaginábamos así; parecía como si las personas hubieran aparecido de la nada. Como no me gustaba el ambiente ese de los "guiris" bebiendo cerveza, ese olor que para mí es desagradable; me alejé de ellos y fui a unas escaleras que había en la orilla del mar. Allí podría verlo más tranquila (además un grupo de chicos jóvenes habían preparado una hoguera cerca de donde estábamos sentados y su comportamiento no era de mi agrado). En ese lugar, escuchaba el sonido de las olas, los pájaros que revoloteaban por encima de mi cabeza, mientras que el cielo se volvía anaranjado y, en él, una bola dorada brillante iluminaba todo. Era alucinante. Por un momento me olvidé de todo, tenía la mente en otro sitio, en el paraíso quizás. Me resulta difícil explicar todo lo que sentí en ese momento, pero lo intentaré. En esos instantes me sentí como una princesa que espera la llegada de su príncipe azul, esperaba angustiada pensando que no llegaría nunca; pero, no sé cómo, una pequeña sonrisa salió de mi boca. Estaba soñando despierta. Los problemas desaparecieron, me encontraba más agusto conmigo misma y sacaba lo bueno de la vida; muchas veces pensamos que con los conflicos con las amigas y los padres, los estudios, los amores típicos de la edad y, también, los sueños incumplidos, la vida está llena de complicaciones pero no sabemos valorar lo bueno que nos dá y la oportunidad de vivirlo. Sensaciones que jamás podré olvidar y miles de fotos que me harán recordar ese fántastico momento.






1 comentario:

José A. Sáinz dijo...

Me gusta mucho cómo describes la situación. Está narrado con fuerza. Pero echo en falta un paso más. Dices que no eres capaz de expresar lo que sentiste, pero eso precisamente parece ser el centro del relato -o, mejor, de la experiencia-, así que deberías tratar de escribir sobre ello, analizarlo, encontrar imágenes que puedan dar cuenta de tus sensaciones en ese instante. Lo rutinario es decir que fue alucinante, pero quedarse sólo en la exclamación. Inténtalo, porque la descripción anterior refleja perfectamente tu capacidad para lograrlo.